Macho ratón
El Güegüense
El Güegüense en miniatura
El Güegüense
Dora Luz Romero Mejía
Los personajes fueron labrados en oro y plata
A Don Ambrosio, uno de los personajes de la comedia bailete El Güegüense, podrá verlo representado en una diminuta estatuilla de oro o plata. Asimismo a los once personajes restantes de la obra: Doña Suche Malinche, el Macho Ratón, el Capitán Alguacil Mayor, el Escribano Real...
Esta colección de esculturas a escala de oro y plata de los 12 personajes de El Güegüense o Macho Ratón, será presentada en una caja de madera preciosa con grabado en su interior. El evento dará inicio a las 7:30 de la noche y según los organizadores el estuche de la colección de miniaturas son “obras originales y exclusivas”. Asimismo, aseguran que es una edición limitada.
La realización de este trabajo requirió de la ayuda de expertos de la obra teatral, para que de esta manera se reflejara la idiosincrasia del personaje. El creador de estas obras es el artista Harold González.
La exposición es presentada dos años después de que la Unesco declarara a la obra El Güegüense Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad.
Tesis sobre el Güegüence
Tesis sobre el Güegüence obtiene excelente calificación en Costa Rica
José Leonel Mendoza, Corresponsal Costa Rica
Ver interpretar a través de la danza la obra teatral el “Güegüence” en Costa Rica no es nada extraño, pero que una chilena radicada en este país la tome para su tesis de maestría es algo significativo, pues no existe precedente.
Débora Singer es profesional de la música y defendió su investigación denominada “El Güegüence”: trato y contrato en el teatro popular colonial, obteniendo una excelente calificación en la Universidad de Costa Rica (UCR).“Para mí fue una experiencia inolvidable. Aprendí muchísimo de la cultura nicaragüense, me parece que es riquísima.Aprendí además que el mundo es variable, que hay muchas culturas por conocer, uno no puede restringirse sólo en una, uno tiene que abrirse y conocer todo lo demás”, dijo emocionada al conocer su calificación.
La chilena dos años atrás debía escoger su tema para la tesis en literatura latinoamericana.Quería encontrar una obra que incorporara distintos aspectos de las artes. “No sólo literatura, música y ojalá teatro”, recuerda, y todos esos elementos los descubrió en el “Güegüence”.“Es una obra tan rica, tan apasionante que inmediatamente quedé fascinada y dije ésta tiene que ser mi tesis de la maestría’, expresó Singer.
A la obra también conocida como el “Macho Ratón”, le dedicó dos años de estudios que incluyó ir a Nicaragua y estar en las fiestas patronales de Diriamba y Niquinohomo.Asimismo dijo que los escritos de los estudiosos y de los especialistas del ‘Güegüence’, como Pablo Antonio Cuadra, Jorge Eduardo Arellano, Jaime Serrano, entre otros; fueron esenciales para el trabajo.En su exposición destacó que el “Güegüence” fue proclamado “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad”, por la Unesco.“Es una obra tan especial porque reúne textos, danzas y una mezcla de lenguas española, vasca y náhuatl. Puede ser interpretada de varias formas porque no es algo cerrada, es única en su género”, sostuvo.
Recalcó que es una obra que mantiene vigencia porque lo satírico, expresa la protesta que en antaño se hacía en contra del colonialismo y hoy es para protestar en contra de flagelos que azotan la sociedad.“Me hace pensar que la cultura colonial tuvo la fuerza de mantenerse durante siglos y esta vigente hasta el día de hoy porque denuncia cosas que todavía hoy ocurren por ejemplo; el tema de la corrupción, el abuso del poder, el pacto entre distintos actores sociales que negocian y llegan acuerdos y eso supera la frontera local y se proyecta a toda Latinoamérica”, opinó la también música chilena.
El jurado estuvo integrado por el Director de tesis, Bernal Herrera, y los profesores, Ligia Bolaños, Ricardo Vargas, Werner Mackenbachalemán, entre otros.“A todos nos hizo bailar y conocer más esta obra tan excelente. Es una forma de aportar a su divulgación y proyección”, comento Eleana Miranda Farah, quien junto al esposo e hijos de Débora la acompañaron en la exposición.
José Leonel Mendoza, Corresponsal Costa Rica
Ver interpretar a través de la danza la obra teatral el “Güegüence” en Costa Rica no es nada extraño, pero que una chilena radicada en este país la tome para su tesis de maestría es algo significativo, pues no existe precedente.
Débora Singer es profesional de la música y defendió su investigación denominada “El Güegüence”: trato y contrato en el teatro popular colonial, obteniendo una excelente calificación en la Universidad de Costa Rica (UCR).“Para mí fue una experiencia inolvidable. Aprendí muchísimo de la cultura nicaragüense, me parece que es riquísima.Aprendí además que el mundo es variable, que hay muchas culturas por conocer, uno no puede restringirse sólo en una, uno tiene que abrirse y conocer todo lo demás”, dijo emocionada al conocer su calificación.
La chilena dos años atrás debía escoger su tema para la tesis en literatura latinoamericana.Quería encontrar una obra que incorporara distintos aspectos de las artes. “No sólo literatura, música y ojalá teatro”, recuerda, y todos esos elementos los descubrió en el “Güegüence”.“Es una obra tan rica, tan apasionante que inmediatamente quedé fascinada y dije ésta tiene que ser mi tesis de la maestría’, expresó Singer.
A la obra también conocida como el “Macho Ratón”, le dedicó dos años de estudios que incluyó ir a Nicaragua y estar en las fiestas patronales de Diriamba y Niquinohomo.Asimismo dijo que los escritos de los estudiosos y de los especialistas del ‘Güegüence’, como Pablo Antonio Cuadra, Jorge Eduardo Arellano, Jaime Serrano, entre otros; fueron esenciales para el trabajo.En su exposición destacó que el “Güegüence” fue proclamado “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad”, por la Unesco.“Es una obra tan especial porque reúne textos, danzas y una mezcla de lenguas española, vasca y náhuatl. Puede ser interpretada de varias formas porque no es algo cerrada, es única en su género”, sostuvo.
Recalcó que es una obra que mantiene vigencia porque lo satírico, expresa la protesta que en antaño se hacía en contra del colonialismo y hoy es para protestar en contra de flagelos que azotan la sociedad.“Me hace pensar que la cultura colonial tuvo la fuerza de mantenerse durante siglos y esta vigente hasta el día de hoy porque denuncia cosas que todavía hoy ocurren por ejemplo; el tema de la corrupción, el abuso del poder, el pacto entre distintos actores sociales que negocian y llegan acuerdos y eso supera la frontera local y se proyecta a toda Latinoamérica”, opinó la también música chilena.
El jurado estuvo integrado por el Director de tesis, Bernal Herrera, y los profesores, Ligia Bolaños, Ricardo Vargas, Werner Mackenbachalemán, entre otros.“A todos nos hizo bailar y conocer más esta obra tan excelente. Es una forma de aportar a su divulgación y proyección”, comento Eleana Miranda Farah, quien junto al esposo e hijos de Débora la acompañaron en la exposición.
Los nicaragüenses y El Güegüence
Un breve perfil de El Güegüence, que lo manifiesta como el anti-héroe con grandes virtudes y defectos o un pequeño burgués, de “buena familia”, pero venida a menos, en una historia que retrata a los nicaragüenses
Carlos Mántica
El genial autor de El Güegüence nos presenta como principal protagonista de la obra, a un personaje que siendo de su tiempo “retrata” también a muchas personas y personajes de ayer, de hoy y de siempre, por su semejanza con nuestro sesule Güegüence. Una especie de anti-héroe con grandes virtudes y defectos: a un pequeño burgués, de “buena familia”, pero venida a menos, que desde muy joven anduvo en aquellos campos de los Diriomos (297) alzando fardos de Guayabas y quizás trabajó en la peligrosa recolección del murice, el molusco del que se extraía la tinta para el hilo azul. Tiempos que recuerda en el parlamento (297).
Que al igual que sus hijos “hasta en las uñas tiene encajados los oficios” (160) y en tiempos de terrible pobreza sabe ganarse la vida de mil maneras diferentes adaptándose a cualquier circunstancia. Posiblemente fue él quien enseñó a sus hijos la fabricación de yugos aunque fueran de papayo y de arados, aunque fueran de tecomajoche (159). Hoy es un buhonero y trafica por esas tierras adentro, por la carrera de México, por Veracruz, por Verapaz, por Antepeque, arriando su recua (121).
No es un ignorante, pues conoce de las leyes españolas, de escudos de armas, de el valor de las diferentes monedas y de los productos de mayor demanda en el mercado. (Quesos duros, que alguna vez se usaron también como moneda en el pago de salarios, ropa de la China traída de Filipinas, y pescado salados, etc.). Thomas Gage vio en 1630, precisamente en Antepeque, más de 100 mulas cargando solamente pescados salados.
Conoce bien el vocabulario y las expresiones de los muleros; sabe de reatas, cincheras, cinchones y cobijones, de fardos, de sobornales, de baticolas, de aparejos y de aparejar y aparear las bestias cuyas características conoce a la perfección: el cojudo, el puntero, el mohino, el moto y de sus estacadas y como curarlas, etc.
Siendo Señor Principal, como parece indicarlo el apelativo de Don que usan sus hijos y su profesión de comerciante, prohibida a los indios del común, se burla del régimen opresor, critica abiertamente el nepotismo reinante (112).
Es ingenioso y hasta medio poeta cuando describe su aventura con la “niña” que lo columbró en una ventana. (123). Ocurrente, “payaso”, (11) y buen bailarín (180). El apelativo de sesule (huey xolotl ) o bufón que le da el Gobernador no debe interpretarse en su sentido literal sino que podemos imaginar al Güegüence como uno de nuestros muchos personajes (“gracejos”) que sin ser payasos de profesión entretienen a la gente — y en especial a los poderosos— con sus chistes, bailes, habilidades y “payasadas”. A lo largo de la obra el Güegüence acepta representar una y otra vez el papel de (sesule ) “payaso” de los poderosos, a la par que se burla de ellos.
Este personaje es: fachento que “diz que es hombre rico” (135) pero sólo está esperando que cierre la noche para salir de casa en casa a hurtar lo que hay en las cocinas (145); que se hace el sordo cuando le conviene (16) y que siempre sale airoso de sus tropelías, gracias a su ingenio. Que sabe, o dice saber, o cree saber de todo y opina y da cátedra a cualquiera sobre cualquier cosa (96) y de quien nunca se sabe si está diciendo la verdad o si va a actuar de una manera muy distinta a lo que dice. (102)
Durante las lecciones del Alguacil de con que modo e cortesilla debe saludar, después de hacer chacota del Escudo de Armas del Rey y de insultar al Gobernador a sus espaldas llamándolo cornudo (Cuacuanitl, Cuascuanes ), momentos después lo hace con todo respeto y de modo impecable al hacer su entrada el Gobernador con su Cabildo (117).
Tiene dos hijos: Don Forsico que alaba y avala todas las mentiras y tropelías de su padre, y Don Ambrosio, su entenado, fornicario que preña o arruina a las mujeres y luego las abandona, que denigra al Güegüence continuamente y desmiente sus falsedades, pero que, como comenta el mismo Brinton, sus diferencias no deben tomarse demasiado en serio, pues los tres juegan en el mismo equipo y aúnan fuerzas bailando un mismo son cuando se trata de engañar a otros o de defender los intereses comunes de la “familia”.
En resumen: este Huehuetzin, cuyo nombre tradujo Brinton como Honorable Anciano, no tiene nada de anciano pues tiene dos hijos todavía solteros y una vida sexual más que activa. Y muy poco de honorable sino mucho de Cuecuetzin o Gran Sinvergüenza.
Como tantos nicaragüenses, nuestro héroe está en contra de la corrupción y la combate, pero él mismo es corrupto: es ladrón (145), contrabandista (136) y evasor de impuestos (144 ) y para evadirlos recurre a la “mordida” y al soborno (94).
Por Don Forsico sabemos que es cornudo pues cuando yo anduve con mi padre por la carrera de México, cuando venimos ya estaba mi madre en cinta de otro (147), pero desde muy temprano en la obra el Gobernador lo llama también afrentador (de honras) y consentidor (12), es decir, cabrón, que además consiente que su mujer se las pegue. Lo que a su vez indica que el Gobernador conocía ya muy bien, al menos por referencia, la fama de El Güegüence, a quien manda traer al Juzgado (Su Provincia Real) de la cola, de las piernas, de las narices.... o de donde Dios te ayude, Capitán Alguacil Mayor.
Hoy se le podría quizás acusar de pedofilia, de corrupción de menores y de abuso sexual ¿Qué edad tenía la “niña” licenciosa que columbró al Güegüence desde una ventana y le dio licencia para aquello? (123) Pero jamás daríamos cabida a las acusaciones de sus dos hijos que en castellano y por escrito lo tildan de moclín (228 ). Finalmente, tiene además un rasgo desconcertante y muy actual que nos escandaliza. Es arribista. Que quiere caer siempre parado. Un camaleón que cambia de colores según la ocasión.
En el Parlamento 304 pregunta: ¿Muchachos, no habrá un “cepillo” que quiera brindar por el Cabildo Real del Señor Gobernador Tastuanes? Nadie responde. Y como nadie lo hace, en los Parlamentos siguientes, el Güegüence mismo alza su copa y brinda entonces sucesivamente nada menos que ¡por Castilla!, con El Gobernador, con el Escribano, con el Regidor Real y con el Alguacil Mayor.
El Güegüencismo del nica es una realidad antigua que se continúa en el presente y que la obra ilustra tanto en sus características positivas como negativas. Del mismo modo que Don Alonso Quijano, Sancho Panza y otros personajes de El Quijote, siendo personajes ficticios, creados por Cervantes, encarnaban y siguen encarnando personas concretas de ayer, de hoy y de siempre. De ahí la permanente actualidad de ambas obras.
En vez de perder su condición de Teatro de Protesta, nuestra obra cumbre de teatro callejero y hoy Patrimonio Oral Intangible de la Humanidad adquiere, por el contrario, una nueva dimensión, pues critica no solamente al gobierno central sino que denuncia también y sin reparos las tropelías y vicios de sus colaboradores, sin disimular en lo más mínimo la corrupción generalizada de todos y cada uno de sus simpáticos personajes y aun de su personaje principal, El Cuecuence, (o Gran Sinvergüenza ) todos ellos zorros de un mismo piñal.
Estas y otras muchas razones, que el lector encontrará en esta nueva edición del El Güegüence, nos obligaron a un re-enfoque total de la obra.
No podemos re inventar El Güegüence o acomodarlo a nuestras preferencias ideológicas, o a nuestras fantasías, sino que tenemos la obligación de ser fieles a lo que está escrito y de continuar descubriendo en cada intento elementos que en el pasado escaparon a nuestra atención.
He escudriñado El Güegüence parlamento por parlamento tratando de entender mejor la complejidad y riqueza de su trama. He analizado su texto palabra por palabra y en ocasiones sílaba por sílaba, y he estudiado una multitud de documentos históricos (que en forma más amplia publiqué en mi libro El Cuecuence o Gran Sinvergüenza), y que nos ayudan a conocer el contexto económico, político y social en que se desarrolla la obra. El resultado es un Güegüence novedoso y lleno de sorpresas.
El estudio más profundo de la jerga en que está escrito y de ciertas realidades históricas, que no se investigaron suficientemente en su momento, han ido sacando a luz nuevos elementos que difieren de lo que por mucho tiempo aceptamos como cierto en El Güegüence, que le imparten una nueva e insospechada dimensión y que ponen fin a malentendidos y “mitos” largamente divulgados.
Las glosas y el vocabulario que ofrecemos permiten al estudioso constatar la validez y fidelidad de esta nueva versión. La traducción libre al castellano moderno, con giros del habla nicaragüense, facilitan una lectura fluida y graciosa que nos hará reír a carcajadas, pero permanecen fieles al contenido y sentido de los originales que hemos atesorado a lo largo de varios siglos.
Carlos Mántica
El genial autor de El Güegüence nos presenta como principal protagonista de la obra, a un personaje que siendo de su tiempo “retrata” también a muchas personas y personajes de ayer, de hoy y de siempre, por su semejanza con nuestro sesule Güegüence. Una especie de anti-héroe con grandes virtudes y defectos: a un pequeño burgués, de “buena familia”, pero venida a menos, que desde muy joven anduvo en aquellos campos de los Diriomos (297) alzando fardos de Guayabas y quizás trabajó en la peligrosa recolección del murice, el molusco del que se extraía la tinta para el hilo azul. Tiempos que recuerda en el parlamento (297).
Que al igual que sus hijos “hasta en las uñas tiene encajados los oficios” (160) y en tiempos de terrible pobreza sabe ganarse la vida de mil maneras diferentes adaptándose a cualquier circunstancia. Posiblemente fue él quien enseñó a sus hijos la fabricación de yugos aunque fueran de papayo y de arados, aunque fueran de tecomajoche (159). Hoy es un buhonero y trafica por esas tierras adentro, por la carrera de México, por Veracruz, por Verapaz, por Antepeque, arriando su recua (121).
No es un ignorante, pues conoce de las leyes españolas, de escudos de armas, de el valor de las diferentes monedas y de los productos de mayor demanda en el mercado. (Quesos duros, que alguna vez se usaron también como moneda en el pago de salarios, ropa de la China traída de Filipinas, y pescado salados, etc.). Thomas Gage vio en 1630, precisamente en Antepeque, más de 100 mulas cargando solamente pescados salados.
Conoce bien el vocabulario y las expresiones de los muleros; sabe de reatas, cincheras, cinchones y cobijones, de fardos, de sobornales, de baticolas, de aparejos y de aparejar y aparear las bestias cuyas características conoce a la perfección: el cojudo, el puntero, el mohino, el moto y de sus estacadas y como curarlas, etc.
Siendo Señor Principal, como parece indicarlo el apelativo de Don que usan sus hijos y su profesión de comerciante, prohibida a los indios del común, se burla del régimen opresor, critica abiertamente el nepotismo reinante (112).
Es ingenioso y hasta medio poeta cuando describe su aventura con la “niña” que lo columbró en una ventana. (123). Ocurrente, “payaso”, (11) y buen bailarín (180). El apelativo de sesule (huey xolotl ) o bufón que le da el Gobernador no debe interpretarse en su sentido literal sino que podemos imaginar al Güegüence como uno de nuestros muchos personajes (“gracejos”) que sin ser payasos de profesión entretienen a la gente — y en especial a los poderosos— con sus chistes, bailes, habilidades y “payasadas”. A lo largo de la obra el Güegüence acepta representar una y otra vez el papel de (sesule ) “payaso” de los poderosos, a la par que se burla de ellos.
Este personaje es: fachento que “diz que es hombre rico” (135) pero sólo está esperando que cierre la noche para salir de casa en casa a hurtar lo que hay en las cocinas (145); que se hace el sordo cuando le conviene (16) y que siempre sale airoso de sus tropelías, gracias a su ingenio. Que sabe, o dice saber, o cree saber de todo y opina y da cátedra a cualquiera sobre cualquier cosa (96) y de quien nunca se sabe si está diciendo la verdad o si va a actuar de una manera muy distinta a lo que dice. (102)
Durante las lecciones del Alguacil de con que modo e cortesilla debe saludar, después de hacer chacota del Escudo de Armas del Rey y de insultar al Gobernador a sus espaldas llamándolo cornudo (Cuacuanitl, Cuascuanes ), momentos después lo hace con todo respeto y de modo impecable al hacer su entrada el Gobernador con su Cabildo (117).
Tiene dos hijos: Don Forsico que alaba y avala todas las mentiras y tropelías de su padre, y Don Ambrosio, su entenado, fornicario que preña o arruina a las mujeres y luego las abandona, que denigra al Güegüence continuamente y desmiente sus falsedades, pero que, como comenta el mismo Brinton, sus diferencias no deben tomarse demasiado en serio, pues los tres juegan en el mismo equipo y aúnan fuerzas bailando un mismo son cuando se trata de engañar a otros o de defender los intereses comunes de la “familia”.
En resumen: este Huehuetzin, cuyo nombre tradujo Brinton como Honorable Anciano, no tiene nada de anciano pues tiene dos hijos todavía solteros y una vida sexual más que activa. Y muy poco de honorable sino mucho de Cuecuetzin o Gran Sinvergüenza.
Como tantos nicaragüenses, nuestro héroe está en contra de la corrupción y la combate, pero él mismo es corrupto: es ladrón (145), contrabandista (136) y evasor de impuestos (144 ) y para evadirlos recurre a la “mordida” y al soborno (94).
Por Don Forsico sabemos que es cornudo pues cuando yo anduve con mi padre por la carrera de México, cuando venimos ya estaba mi madre en cinta de otro (147), pero desde muy temprano en la obra el Gobernador lo llama también afrentador (de honras) y consentidor (12), es decir, cabrón, que además consiente que su mujer se las pegue. Lo que a su vez indica que el Gobernador conocía ya muy bien, al menos por referencia, la fama de El Güegüence, a quien manda traer al Juzgado (Su Provincia Real) de la cola, de las piernas, de las narices.... o de donde Dios te ayude, Capitán Alguacil Mayor.
Hoy se le podría quizás acusar de pedofilia, de corrupción de menores y de abuso sexual ¿Qué edad tenía la “niña” licenciosa que columbró al Güegüence desde una ventana y le dio licencia para aquello? (123) Pero jamás daríamos cabida a las acusaciones de sus dos hijos que en castellano y por escrito lo tildan de moclín (228 ). Finalmente, tiene además un rasgo desconcertante y muy actual que nos escandaliza. Es arribista. Que quiere caer siempre parado. Un camaleón que cambia de colores según la ocasión.
En el Parlamento 304 pregunta: ¿Muchachos, no habrá un “cepillo” que quiera brindar por el Cabildo Real del Señor Gobernador Tastuanes? Nadie responde. Y como nadie lo hace, en los Parlamentos siguientes, el Güegüence mismo alza su copa y brinda entonces sucesivamente nada menos que ¡por Castilla!, con El Gobernador, con el Escribano, con el Regidor Real y con el Alguacil Mayor.
El Güegüencismo del nica es una realidad antigua que se continúa en el presente y que la obra ilustra tanto en sus características positivas como negativas. Del mismo modo que Don Alonso Quijano, Sancho Panza y otros personajes de El Quijote, siendo personajes ficticios, creados por Cervantes, encarnaban y siguen encarnando personas concretas de ayer, de hoy y de siempre. De ahí la permanente actualidad de ambas obras.
En vez de perder su condición de Teatro de Protesta, nuestra obra cumbre de teatro callejero y hoy Patrimonio Oral Intangible de la Humanidad adquiere, por el contrario, una nueva dimensión, pues critica no solamente al gobierno central sino que denuncia también y sin reparos las tropelías y vicios de sus colaboradores, sin disimular en lo más mínimo la corrupción generalizada de todos y cada uno de sus simpáticos personajes y aun de su personaje principal, El Cuecuence, (o Gran Sinvergüenza ) todos ellos zorros de un mismo piñal.
Estas y otras muchas razones, que el lector encontrará en esta nueva edición del El Güegüence, nos obligaron a un re-enfoque total de la obra.
No podemos re inventar El Güegüence o acomodarlo a nuestras preferencias ideológicas, o a nuestras fantasías, sino que tenemos la obligación de ser fieles a lo que está escrito y de continuar descubriendo en cada intento elementos que en el pasado escaparon a nuestra atención.
He escudriñado El Güegüence parlamento por parlamento tratando de entender mejor la complejidad y riqueza de su trama. He analizado su texto palabra por palabra y en ocasiones sílaba por sílaba, y he estudiado una multitud de documentos históricos (que en forma más amplia publiqué en mi libro El Cuecuence o Gran Sinvergüenza), y que nos ayudan a conocer el contexto económico, político y social en que se desarrolla la obra. El resultado es un Güegüence novedoso y lleno de sorpresas.
El estudio más profundo de la jerga en que está escrito y de ciertas realidades históricas, que no se investigaron suficientemente en su momento, han ido sacando a luz nuevos elementos que difieren de lo que por mucho tiempo aceptamos como cierto en El Güegüence, que le imparten una nueva e insospechada dimensión y que ponen fin a malentendidos y “mitos” largamente divulgados.
Las glosas y el vocabulario que ofrecemos permiten al estudioso constatar la validez y fidelidad de esta nueva versión. La traducción libre al castellano moderno, con giros del habla nicaragüense, facilitan una lectura fluida y graciosa que nos hará reír a carcajadas, pero permanecen fieles al contenido y sentido de los originales que hemos atesorado a lo largo de varios siglos.